Primer capítulo del libro ‘La gran estafa de las preferentes. Abuso e impunidad de la banca durante la crisis financiera en España’, de Andreu Missé, publicado por Alternativas Económicas.
1. UN ORIGEN TENEBROSO
Las raíces de las participaciones preferentes en España no pueden ser más tenebrosas. Las primeras operaciones de los bancos con estos productos financieros se remontan a finales de los años noventa del siglo pasado y se realizaron con el máximo sigilo en paraísos fiscales. Estos son los territorios escogidos por las multinacionales, grandes fortunas y diversas organizaciones delictivas para eludir el pago de impuestos o simplemente realizar operaciones que quieren mantener en secreto por el origen turbio del dinero. Los paraísos fiscales o jurisdicciones offshore se encuentran muy bien conectados entre sí y constituyen la organización financiera que está causando un mayor aumento de la pobreza y las desigualdades en el mundo al propiciar la evasión de impuestos especialmente en los países pobres por parte de las grandes corporaciones multinacionales. A la vista de las dimensiones tan impresionantes que ha adquirido el fraude de las participaciones preferentes, que ha afectado a más de un millón de familias en España, tiene mucho sentido indagar en las razones de un origen tan sospechoso. Hay que subrayar que sin la existencia de los paraísos fiscales nunca habría sido posible perpetrar una estafa tan gigantesca.
La historia de las preferentes va de la mano del gran proceso de expansión financiera que se ha registrado en las últimas décadas. Desde mediados de los años noventa los bancos y las cajas de ahorros españoles precisaban unas necesidades crecientes de capital para mantener el alocado ritmo de concesión de créditos en el que se habían embarcado, un ritmo muy superior al del crecimiento de la economía. Los préstamos otorgados aumentaban seis veces más que el incremento de la propia economía.
La solvencia de los bancos exige el mantenimiento de una adecuada proporción de capital propio en relación con el volumen total de su actividad. El capital es la parte fundamental de los recursos propios de los bancos que sirven para cubrir las posibles pérdidas. Las reglas de solvencia establecen que los bancos deben disponer de una cuantía de capital proporcional a sus riesgos, básicamente créditos e inversiones. Así que cuantos más créditos concedían los bancos, más capital necesitaban.
La cuestión está en que el capital, al asumir la
posibilidad de absorber pérdidas, tiene un mayor coste; es decir, los
inversores exigen una rentabilidad mayor. Si la situación financiera es
incierta debido a la crisis, entonces la remuneración que exige el
inversor para entrar en el capital de un banco es mucho mayor. Por esta
razón aparecieron las llamadas participaciones preferentes, que era un
producto que podía utilizarse como capital y tenían un coste menor.
2. COSTE FISCAL CERO PARA LA BANCA
El nuevo producto fue ideado y desarrollado en el
mercado anglosajón y utilizado por inversores especializados con la
capacidad técnica suficiente para evaluar si el rendimiento ofrecido
compensaba realmente los riesgos de la operación. Era, sin duda, un
producto para expertos. En el caso español, los banqueros averiguaron,
además, que si creaban las preferentes a través de sociedades radicadas
en paraísos fiscales, les salían mucho más baratas al tener un coste
fiscal cero. Durante muchos años, en España se dio la insólita
circunstancia de que las preferentes no estaban definidas ni reguladas
legalmente y, sin embargo, se permitía su utilización por parte de las
autoridades. Los hechos han puesto de manifiesto que la práctica
totalidad de las participaciones preferentes comercializadas en España
entre 1998 y junio de 2003 se emitieron desde las Islas Caimán.
Las participaciones preferentes son un tipo de
productos que en la jerga del sector se califican de complejos por tener
características de capital y de deuda a la vez. Por esta razón, a las
preferentes se les llama también productos híbridos al considerarse que
tienen características de capital y de deuda.
Como consecuencia de esta doble característica, las
preferentes tienen importantes ventajas para los bancos y sobre todo
para las cajas que no tienen capital propiamente dicho. En el caso de
las cajas, al carecer de capital, los tenedores de preferentes asumían
un riesgo mayor al ser los primeros en soportar las posibles pérdidas.
Lo que resulta evidente es que las preferentes no son
un producto adecuado para los ahorradores corrientes por sus elevados
riesgos y extraordinaria complejidad. En España, las preferentes se
colocaron de manera masiva entre ahorradores que en su inmensa mayoría
desconocían sus características y peligros e incluso en muchos casos
ignoraban que el banco había colocado su dinero en estos productos, pues
no eran conscientes del significado de los documentos que habían
firmado y, en algunos casos, carecían incluso de contratos.
Los acontecimientos han demostrado que numerosos
ahorradores ignoraban esta estructura financiera tan compleja, que
resulta incluso difícil de comprender para abogados y economistas que no
sean especializados en la materia. En miles de sentencias judiciales ha
quedado acreditado que muchos ahorradores estaban convencidos de que su
dinero estaba como un depósito a plazo y ni siquiera habían oído nunca
la expresión participaciones preferentes.
3. GANANCIAS EXORBITANTES
Esta angustiosa historia empezó hace algo más de
quince años. A mediados de los noventa fue cuando empezó a hincharse la
burbuja crediticia tomando como soporte la actividad inmobiliaria. Los
bancos españoles daban crédito a mansalva. El problema es que prestaban
un dinero que no tenían. Lo captaban fácilmente de los bancos europeos,
los cuales conseguían también a su vez un mayor rendimiento del obtenido
si hubieran realizado inversiones en sus respectivos países. Pero en
cualquier caso, el capital extranjero resultaba barato para las
entidades españolas. Esta fue la cara feliz del euro.
La afluencia masiva de crédito provocó un aumento de los precios de las
viviendas, inmuebles, el suelo y todo lo relacionado con la promoción
inmobiliaria y la construcción. El resultado fue que a más créditos, más
beneficios para las entidades financieras. Esta fiebre del crédito que
los bancos colocaban en muchos casos con calzador a las familias y
empresas, les generó unas ganancias exorbitantes. Nada menos que 169.281
millones de euros entre 1996 y 2010, según el Banco de España. Si la
banca hubiera destinado menos del 10% de estos beneficios a compensar a
los preferentistas el problema se habría resuelto de inmediato, sin
conflicto y sin tantos sufrimientos.
Con el euro como moneda común, a las entidades financieras españolas no
les resultaba difícil obtener financiación de los bancos alemanes,
franceses y de otros países europeos. Fueron los años dorados de la
banca de aquí y de allá. Pero de golpe vino el repentino hundimiento del
banco estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008. Todo el
sistema financiero internacional se tambaleó. La primera reacción
fatídica fue el corte seco del crédito. Los bancos dejaron de fiarse
unos de otros y dejaron de prestarse entre sí. Los bancos extranjeros no
renovaron los préstamos y retiraron rápidamente sus inversiones en
España con las terribles consecuencias de quiebras y suspensiones de
pagos de entidades, parón de la actividad económica, aumento del paro y
de la pobreza.
Esta súbita retirada de la inversión dejó a una parte
de los bancos y cajas españoles noqueada y todavía no se han recuperado
completamente de ello, con unas carteras llenas de créditos dudosos que
aún está en torno a un insostenible 9,9% y que, en consecuencia, sigue
dificultando la concesión de créditos en buenas condiciones para las
empresas.
El aumento del crédito exigía a los bancos un
incremento proporcional de capital para mantener la ratio de solvencia.
Tras estallar la crisis, el problema que se planteó es que el capital
era muy caro. Los inversores exigían en aquella época un rendimiento de
entre el 10% y el 15% para adquirir acciones bancarias, debido a que se
había constatado que el riesgo había aumentado. Fue entonces cuando
bancos y cajas descubrieron las grandes ventajas de las participaciones
preferentes, que desde 1985 se podían contabilizar como capital, aunque
no empezaron a usarse hasta 1998. Las preferentes eran muchísimo más
baratas que las acciones. Bancos y cajas colocaron estos productos a
través de su red comercial a una clientela desinformada acerca de estos
productos tan sofisticados. Y aunque les pagaban una rentabilidad algo
superior a la de los depósitos a plazo, en ocasiones, el interés era muy
inferior al que les correspondería realmente si se hubieran tenido en
cuenta los riesgos que implicaban las preferentes.
4. EL BBV, EL PIONERO DE LAS PREFERENTES
El pionero en estas lides fue el Banco Bilbao Vizcaya
(BBV), que realizó una emisión de participaciones preferentes de 700
millones de euros en 1998 a través de las Islas Caimán, uno de los
principales centros offshore, que se ha convertido en el mayor centro de
lavado de dinero negro del mundo. Según la Fiscalía Anticorrupción,
esta entidad había efectuado dos emisiones el año anterior a través de
Gibraltar, pero sin determinar la cuantía ni disponer de más información
sobre las mismas.
El ejemplo del banco vasco fue seguido rápidamente por un gran número de
entidades financieras, que de forma masiva y sigilosa iniciaron
emisiones de participaciones preferentes desde estas islas paradisíacas,
situadas al noroeste de Jamaica y pertenecientes al territorio de
ultramar del Reino Unido. Las Islas Caimán han sido de gran utilidad
para Londres, que compite con Nueva York por ser el primer centro
financiero del mundo. La City londinense ha logrado el liderazgo
especialmente en los mercados financieros más sucios y opacos
(derivados, hedge funds, divisas, fondos de índices sobre tipos
de interés, etc.). Estos mercados han sido objeto de fraudes colosales,
como se desprende de las cuantiosas multas impuestas por las
autoridades estadounidenses, británicas y europeas que superan la
asombrosa cifra de 150.000 millones de dólares entre 2009 y 2015, según
el analista financiero Corlytics.
Durante aquellos años, la vinculación de las preferentes a un paraíso
fiscal era un fenómeno completamente desconocido por la opinión pública.
La inmensa mayoría de personas que adquirieron o a las que les
colocaron estos productos no tenían ni la más remota idea de que fueran
emitidas en las Islas Caimán. La utilización de participaciones
preferentes estaba prevista en España como posibles instrumentos de
capital desde 1985, pero la ley ni las definía ni desarrollaba sus
características.
5. EL GRAN SECRETO DE LA BANCA ESPAÑOLA
¿Entonces cómo fue posible su puesta en marcha? Muy
sencillo. Un simple beneplácito del Banco de España y una autorización
oportuna de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y del
Ministerio de Economía fueron lo que permitió la amplia difusión de
estos productos, que no fueron legalizados formalmente hasta julio de
2003. La verdad es que durante varios años, las preferentes
constituyeron el gran secreto de la banca española, un asunto
completamente desconocido por los ciudadanos.
Sobre este aspecto, Eduardo Blanco Marcilla señala que “aunque en la
legislación española no estaba prevista la emisión de participaciones
preferentes, su negociación en los mercados de valores sí estaba
permitida, ya que un Acuerdo del Consejo de la CNMV del 21 de octubre de
1998 posibilitó la negociación de las participaciones preferentes en
AIAF. Estas emisiones ya venían efectuándose por filiales extranjeras de
empresas españolas domiciliadas fuera del ámbito nacional. En estos
casos, la sociedad matriz actuaba como garante”. El mercado de las
participaciones preferentes que se formalizaba en el AIAF estaba
controlado por los bancos, que acordaban previamente las operaciones con
los clientes. Acabó convirtiéndose en un mercado ficticio, en el que
las transacciones no reflejaban los precios reales, como se puso pronto
de manifiesto por el aumento de las reclamaciones.
6. LAS PRIMERAS PESQUISAS DE JIMÉNEZ VILLAREJO
Las sospechas de evasión fiscal practicada por
numerosos bancos y cajas en este mundo financiero idílico en las aguas
caribeñas, fue objeto de una investigación en 2001 por el entonces
fiscal jefe anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo. La indagación
empezó con la apertura de un expediente por posible fraude fiscal contra
tres cajas andaluzas (Caja Sur, El Monte y San Fernando). El motivo fue
el sorprendente hallazgo de que tres entidades de ahorro de ámbito
local o provincial habían constituido sociedades filiales en las Islas
Caimán para emitir preferentes. El hecho no dejaba de resultar insólito,
especialmente por tratarse de entidades de ahorro sin afán de lucro y
sin un grado de especialización conocido para este tipo de operaciones
más sofisticadas.
Tirando del hilo, el fiscal logró obtener más información del Banco de
España y de la CNMV. La documentación proporcionada por ambas
instituciones puso al descubierto que la práctica de emitir
participaciones preferentes en paraísos fiscales o centros offshore
estaba mucho más extendida de lo que había imaginado. En aquellos años,
la prensa económica tampoco había descubierto nada referente a este
tipo de operaciones. Según la información elaborada por el Banco de
España para el caso a petición del fiscal, entre el 1 de enero de 1997 y
el 8 de enero de 2002, el volumen total de recursos captados en estas
emisiones ascendía a 2,5 billones de pesetas (unos 15.104 millones de
euros). Las 19 entidades que realizaron estas operaciones fueron la
mayor parte de los principales bancos y cajas: los bancos Santander,
Central Hispano, BBV, BBVA, Sabadell, Popular Español y Bankinter, y las
cajas La Caixa, Caixa Catalunya, Caja Madrid, Caja España, Caja de
Ahorros de Murcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), Caja de
Ahorros de Terrassa, Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha, Caja de
Ahorros de Santander y Cantabria, Caja Sur, El Monte y San Fernando.
Todas las emisiones fueron realizadas desde las Islas Caimán, salvo las
dos que realizó el BBV, en 1997, en Gibraltar.
El sistema operativo era muy sencillo. El banco o caja
constituía una filial 100% de su propiedad en las Islas Caimán con
carácter puramente instrumental, sin empleados, y que no realizaba otra
actividad que la de emitir participaciones preferentes. Esta filial a
veces era un simple apartado de correos.
La mecánica era una típica operación triangular en la
que intervenían el ahorrador, que desconocía la existencia de esta
operativa, la sociedad filial en las Islas Caimán y el banco o caja que
promovía la operación. El dinero captado por la red bancaria figuraba
como recibido por la filial y se depositaba en la matriz a cambio de una
remuneración. Las filiales prestaban este dinero a sus respectivos
bancos matrices, que pagaban unos intereses que se deducían del impuesto
de sociedades en España. El inspector de Hacienda del Estado Francisco
José Delmas ha señalado: “Dicha retribución estaba exenta de tributación
al ser una cuenta bancaria de un no residente”, en un trabajo publicado
por el Instituto de Estudios Fiscales. Y añadía que “la remuneración
que abona la matriz a la filial por el depósito es un gasto deducible,
ya que es un gasto financiero”.
A juicio del inspector de Hacienda, “existía un claro
estímulo para efectuar las emisiones a través de filiales en las Islas
Caimán tanto por razones financieras como fiscales”. En su artículo
afirma: “La captación de recursos por esta vía era enormemente
importante y preocupante, ya que no resultaba lógico ni ético que el
sistema financiero español obtuviese sus recursos a través de filiales
localizadas en paraísos fiscales”. Estos comentarios críticos, sin
embargo, quedaban limitados al ámbito del mundo académico y, en
consecuencia, apenas tenían repercusión social, por lo que permanecían
desconocidos para los ciudadanos.
Las ventajas fiscales de las participaciones
preferentes han sido señaladas también por Julio Segura, expresidente de
la CNMV. “Las preferentes están reguladas desde 1985, pero no se
utilizan hasta 1998. ¿Por qué se empiezan a emitir en 1998? Porque se
les da un tratamiento fiscal especialmente favorable y se coloca una
parte relevante, el 100%, desde el extranjero, todo lo cual es un mal
negocio para España”.
Las participaciones preferentes fueron colocadas
fácilmente entre la clientela de bancos y cajas porque se vendían como
un producto seguro, como “un plazo fijo especial” que tenía una
rentabilidad algo mayor. En aquella primera etapa en que se emitían
desde las Islas Caimán (1998– 2003), los intereses que pagaban las
operaciones en preferentes oscilaban entre el 4% y el 5,25%.
En este sentido, el informe de la fiscalía señala: “La
razón por la que se ofrece una rentabilidad tan ventajosa a través de
este producto financiero (las participaciones preferentes) es que se
deja de ingresar indebidamente por parte de la sociedad filial una
cantidad muy importante por beneficios que no se someten a tributación
por el impuesto de sociedades”. Esto significa que con la parte del
impuesto no pagado permitía ofrecer una mayor retribución.
En la evaluación de estas prácticas, la memoria de la fiscalía indica
que “por un lado, se trata de la retorsión de las normas tributarias más
allá de la interpretación discutible a fin de procurar, por un lado, la
no tributación de los beneficios que obtiene la sociedad filial en las
Islas Caimán por los fondos propios de la entidad matriz y por otro
obtener la deducción como gasto por parte de la entidad matriz de los
gastos que ocasiona la retribución del depósito”. Y añadía que la
situación creada “pese a su autorización y, en todo caso, su tolerancia,
no dudamos en calificar de irregular y lesiva para el Tesoro Público en
cuanto la elevadísima suma ya expresada”. Esta forma de operar de las
principales entidades financieras españolas con el consentimiento y
autorización de las autoridades públicas era un buen reflejo del poder
de bancos y cajas sobre las instituciones que debían vigilarlas.
Constituía un ejemplo claro de captura de las instituciones públicas por
parte del poder financiero. Los bancos y cajas copiaron las
participaciones preferentes del mundo anglosajón y lograron que fueran
admitidas por el Banco de España y la CNMV antes de que fueran reguladas
por la legislación española.
7. EL DOBLE ENGAÑO DEL NOMBRE
Desde un principio, las participaciones preferentes
fueron comercializadas de manera tramposa. La primera artimaña ya estaba
en su propia denominación: "participaciones preferentes". Se trataba de
un doble engaño. La expresión es una malintencionada traducción del
término anglosajón Preference share, cuyo significado correcto
hubiera sido 'acciones preferentes'. Si se hubieran vendido como tales,
es decir, como una modalidad de acciones, todo el mundo habría entendido
que se trataba de un producto con riesgo. La palabra acción se asocia a
Bolsa y, por tanto, a riesgo incluso para personas con escasa formación
económica. En la documentación de la primera página del folleto de
Caixa Catalunya de una emisión de 180 millones de euros se dice
textualmente. “El término participación preferente es una traducción al
español de la figura jurídica Preference Share”. La realidad es
que la traducción correcta es de 'acciones preferentes', como utilizan
con frecuencia los técnicos del Banco de España en sus trabajos.
Pero en España, los bancos y cajas utilizaron este señuelo de
“participaciones” que, además de ocultar que eran acciones, añadía otro
gancho equívoco al calificarlas de “preferentes”, que se ofrecía como si
se tratara de un producto destinado sólo a los mejores clientes, a los
que se ofrecía un trato privilegiado. Las expresiones “es un producto
sólo para clientes especiales”, “un producto especial para usted” eran
las formas que permitían interpretar la palabra preferente como un trato
predilecto. En realidad, la preferencia se refiere a que en caso de
quiebra o liquidación de la entidad financiera los titulares de estos
productos tienen prioridad para cobrar antes que los accionistas. Pero
en el caso de las cajas de ahorros, entidades que carecen de
accionistas, la preferencia es ante nadie porque estas entidades no
tienen accionistas. Es decir, son los últimos en cobrar y, por lo tanto,
carece de sentido hablar en estos casos de preferencia.
Como han señalado el catedrático Prosper Lamothe y el
profesor Miguel Pérez Somalo, “el mantenimiento del término preferente
contribuyó aún más a la confusión y a la percepción por parte de los
clientes de un carácter seguro y de escaso o bajo riesgo del instrumento
financiero, así como la apreciación de estar recibiendo un trato
privilegiado por parte del banco”.
8. EL ARTIFICIO DE LA CAIXA
La Caixa, que contaba con una extraordinaria
experiencia en la colocación de productos polémicos como habían sido las
primas únicas, otra suerte de invitación a la elusión fiscal y burla de
los coeficientes de inversión obligatoria, fue la entidad que colocó
más preferentes en este período (1998–2003), hasta un total de 3.000
millones de euros, a través de las Islas Caimán. También después de su
legalización en 2003 ha sido la entidad que ha comercializado más
preferentes. En mayo de 2011 mantenía un saldo vivo de 4.898 millones de
euros.
En un documento interno de La Caixa de junio de 1999,
del Departamento de Gestión Recursos Ajenos y Seguimiento de Márgenes,
titulado "Participaciones preferentes", se describe un argumentario para
sus empleados señalando las diferencias existentes entre la oferta que
está comercializando el Grupo La Caixa y otro tipo de productos que
existían en el mercado en aquel momento. Entre las ventajas que La Caixa
ofrece a sus posibles clientes destacan: “Liquidez garantizada
diariamente sin riesgo de principal. Tipo mínimo garantizado los
primeros tres años (4% TAE), tipo superior al mercado en todo momento
(Euribor + 0,06%)”. Una garantía que en realidad difícilmente podían
dar.
En el mencionado argumentario, La Caixa destacaba que
se trata de “un producto fácilmente comprensible para el cliente",
subrayando su “instrumentación en libreta”, con un “importe mínimo
asequible (3.000 euros, 500.000 pesetas, aproximadamente", y con “rentas
periódicas: dividendos trimestrales”. El uso de la libreta de ahorro
como soporte de las preferentes daba una apariencia de un producto
típico de ahorro similar a un depósito a plazo. “Entre el público
objetivo” del nuevo producto, el argumentario mencionaba al cliente
“conservador” y “como diversificación para el inversor más arriesgado”.
Es llamativo que fuera un producto que resultara igualmente adecuado
para una persona conservadora que para una arriesgada.
El argumentario señala expresamente como futuros
inversores a “clientes con próximos vencimientos de otras inversiones”,
entre las que cita las “Cédulas Hipotecarias” y el “Ahorro a plazo a 5
años con rentabilidades muy elevadas”. La realidad es que muchos
ahorradores, guiados por La Caixa, cambiaron sus ahorros desde un lugar
protegido por el Estado como eran los depósitos a plazo, por otro
producto que creían igualmente seguro, pero que en realidad no lo era.
Como veremos más adelante, cuando vinieron los malos
tiempos a partir de octubre y noviembre de 2011, la promesa de una
“liquidez garantizada diariamente y sin riesgo de principal”, quedó en
papel mojado. La entidad sufrió entonces una avalancha de protestas de
miles de afectados y, para evitar un daño mayor a su reputación, acabó
pactando un canje por otros productos con vencimiento fijo de hasta diez
años, pero sin la liquidez inmediata que había prometido. Pero fueron
necesarias numerosas y reiteradas protestas y movilizaciones para que
los afectados lograran recuperar sus ahorros.
La introducción de las preferentes en España fue una
iniciativa de bancos y cajas que lograron convencer a las autoridades
tras una continuada insistencia. “Al principio, el Banco de España se
resistió a admitir este tipo de productos propios de la cultura
anglosajona, partidaria de la mínima regulación pública y que confiaba
en las bondades de la autorregulación del propio mercado”, ha explicado
un ex alto funcionario del banco emisor. Pero la verdad es que poco a
poco las autoridades españolas fueron cediendo a la presión del lobby
bancario y terminaron admitiendo como la cosa más normal del mundo que
el sistema de capitalización de la banca y las cajas fuera a través de
participaciones preferentes en centros offshore, por las
ventajas fiscales que conllevaba. Para el supervisor bancario no
constituía ninguna preocupación su uso para la evasión fiscal. De todas
formas, el aspecto más censurable de las preferentes no fue su
utilización para no pagar los impuestos debidos, sino haberlas empleado
para captar los pequeños ahorros de cientos de miles de jubilados,
personas sin los mínimos conocimientos financieros, niños, enfermos de
Alzheimer y analfabetos a fin de recapitalizar sus bancos, que acabaron
provocando graves pérdidas a personas vulnerables desde una perspectiva
financiera.
9. LOS DIRECTIVOS ADMITEN QUE LES “REPUGNABA” IR A LOS PARAÍSOS FISCALES
Después de la debacle de las preferentes que estalló
en la segunda mitad de 2011 y ante las justificadas protestas de decenas
de miles de personas en todo el país, algunos directivos de las cajas
han justificado que las emisiones en paraísos fiscales eran prácticas
que se efectuaron “en contra de su voluntad” y que les incomodaba “la
utilización de un paraíso fiscal”. Así, Josep M. Loza, que fue director
general de Caixa Catalunya entre 1998 y 2008, admitió, en su
comparecencia en el Parlament de Catalunya en julio de 2013, que la
entidad que dirigía había realizado una emisión de preferentes en las
Islas Caimán a través de su filial al 100% Caixa Catalunya Preferents
Limited, de 300 millones en 1999 y otra de 180 millones en 2001. Al ser
preguntado por los diputados, Loza manifestó que la sociedad “estaba
domiciliada en las Islas Caimán, en contra de nuestro deseo y en contra
de nuestras peticiones a la Comisión Nacional del Mercado de Valores
(CNMV), que luchamos mucho porque no nos gustaba y al Consejo no le
gustaba, y se lo digo claramente que al Consejo de Administración no le
gustaba”. Loza añadió: “Pero esto era un imperativo legal de cuestión de
fiscalidad, no porque nosotros lo quisiésemos, ¿eh?”. El ex director
general no aclaró, sin embargo, el significado de la expresión
“imperativo legal de cuestión de fiscalidad”.
En la misma sesión intervino el catedrático de
Economía de la Empresa Antoni Serra Ramoneda, que había presidido la
mencionada entidad de ahorro durante más de veinte años, entre 1984 y
2005, y que había nombrado a Loza director general. Serra Ramoneda
manifestó que la operativa a través de las Islas Caimán “no era evasión
[fiscal]”. El profesor precisó que “era el Banco de España el que
obligaba a que se hiciese en las Islas Caimán”. Y añadió: “Quiero decir
en este sentido, sinceramente, claro que me repugnaba, ¿eh?, esto de las
Islas Caimán, como me repugnaban otras cosas de otras entidades, pero
si en aquel momento querías colocar los títulos, o pasabas por las Islas
Caimán con la bendición del Banco de España y la bendición del ministro
de Economía o no te comías una rosca”.
Cuando se le preguntó ¿por qué acudieron a los
paraísos fiscales?, Serra Ramoneda aseguró en su comparecencia que no se
trataba de “evadir”. En su explicación sostuvo que el problema era que
estos títulos se colocaban sobre todo en el extranjero porque “si se
hubieran emitido desde Barcelona se tendría que hacer retención, y esto
hacía imposible la colocación en el extranjero”. Esta respuesta
evidencia que sí había una motivación fiscal.
Por su parte, cuando se legalizaron las preferentes en
2003, José Luis Leal, entonces presidente de la patronal bancaria
Asociación Española de Banca (AEB), señaló que la nueva regulación
resolvía una laguna legal y recordó, por otra parte, que “España no
tenía ahorro suficiente para financiar su crecimiento”.
Pero no todo el dinero que se captaba a través de las
preferentes en paraísos fiscales procedía del extranjero, ni mucho
menos. La mayor parte de la captación de ahorros se recogía entre la
clientela tradicional a través de las propias redes de sucursales, como
lo prueban los argumentarios de las entidades con directrices para
captar clientes en España. Sobre este aspecto, cuando se legalizaron las
participaciones preferentes en 2003, Juan Ramón Quintás, presidente de
la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), expresó su
satisfacción porque estos productos se pudieran emitir desde España
señalando que respondía a una reclamación de las cajas desde hacía tres
años. Quintás calificó de absurdo que “para captar dinero en Burgos haya
que emitir títulos en paraísos fiscales”.
La realidad es que la emisión de participaciones preferentes a través de
paraísos fiscales fue cada vez una práctica más generalizada de las
entidades financieras. En el caso de las cajas pequeñas, contaban con la
colaboración de la Confederación Española de Cajas de Ahorros, sin cuyo
concurso no hubieran podido efectuar estas operaciones más complejas.
En su comparecencia en el Parlament de Catalunya ante
la mencionada comisión de investigación sobre responsabilidades
financieras (CIREF), Josep Ibern, presidente y ex director general de
Caixa Laietana de Mataró, manifestó que “en los paraísos fiscales se
tuvo que entrar ... para que pudiésemos contar como recursos propios las
preferentes”. “Aquellas primeras emisiones”, insistió, “se tenían que
emitir en estos paraísos”. Y añadió que “en estos paraísos no se deja,
que yo sepa, ¿eh?, no se deja un duro, sino que es una simple
instrumental que lo que hacía es que te daba la calificación cuando
entrabas a España para tener recursos propios”. Reiteró que “es algo que
tienen que hacer todas las cajas y bancos de España en aquel período, y
es algo que se instrumentará a través de la propia Confederación de
Cajas; quiere decir que no fue una cosa en la que fuéramos atípicos, la
propia Confederación te daba los vehículos”. Lo cierto es que durante el
período de 1998 y hasta mediados de 2003 se emitieron en los paraísos
fiscales 18.693 millones de euros en participaciones preferentes, según
los informes anuales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
10. PÉRDIDAS DE HASTA 6.000 MILLONES DE INGRESOS FISCALES, SEGÚN ATTAC
Paralelamente a la investigación abierta por la
Fiscalía Anticorrupción, la inspección fiscal de la Agencia Tributaria
estaba también pisando los talones a bancos y cajas por las
participaciones preferentes. A mediados de 2002, un informe del Servicio
Jurídico de Hacienda estableció que los rendimientos que la entidad
filial en las Islas Caimán obtiene por los fondos captados con las
participaciones preferentes y que ha prestado a la matriz son dividendos
y que, por lo tanto, tributan al impuesto de sociedades. Para Hacienda
no son intereses, como sostenían los bancos, lo que les permitía su
deducción como gastos, sino que eran dividendos que debían pagar
impuestos.
La derivada de evasión fiscal que comportaba el uso de
las participaciones preferentes era algo que estaba fuera de dudas
tanto para los fiscales como para los inspectores de Hacienda. Pero se
trataba de una batalla que tenía dos grandes obstáculos que la hacían
muy difícil para el Estado. Por una parte, era una práctica muy
generalizada en la que habían incurrido casi todas las entidades
financieras del país. No se podía expedientar o procesar a todos los
administradores y ejecutivos del sistema financiero. Por otra, existía
una notable asimetría entre el poder del Estado y el del lobby
financiero con acceso directo a los máximos responsables del Ejecutivo y
partidos políticos, que dependían directamente de su financiación.
Las pérdidas para el Estado; es decir, para los
contribuyentes que significaron estas prácticas, fueron puestas de
manifiesto en aquel momento por Juan Hernández Vigueras, miembro del
consejo científico de ATTAC y del Observatorio de Paraísos Fiscales.
Basándose en cálculos de expertos en asuntos tributarios, Hernández
Vigueras indicó en un trabajo publicado en 2003 que con las actuaciones
de los inspectores fiscales el Estado podría haber recuperado unos
ingresos cuantiosos. En su opinión, “estaban en juego entre 3.000 y
6.000 millones de euros que los bancos y cajas habrían tenido que pagar
si Hacienda hubiera seguido adelante con la reclamación”.
Los ahorros de un barrendero
La historia me la cuenta Roque Borrás, hijo de un
menesteroso barrendero que había logrado ahorrar 12.000 euros. La
conversación se desarrolló una fría tarde de febrero de 2014, al final
de la concentración semanal que venían realizando un grupo de
damnificados por las preferentes cada martes durante más de dos años
ante la sede de la Bolsa de Barcelona. Son personas mayores, la mayoría
jubilados, pertrechados con sus carteles y pancartas, que pegan muy poco
en el panorama de lujo y esplendor de las boutiques, restaurants y
oficinas de negocios del Passeig de Gràcia. Pertenecen a la plataforma
Estafa Banca y están ahí más para hacerse compañía y rearmarse entre
ellos que para derribar a ningún imperio.
Roque, 56 años, es de los que llevan la voz cantante
del grupo. Trabajador de Correos, afiliado a la UGT vive en Sant Vicenç
del Horts, una población a 20 kilómetros de Barcelona que creció
rápidamente a partir de los años sesenta con la llegada de emigrantes
sobre todos de las tierras del Sur. Acabada la acción, sentados en una
repisa del imponente edificio bursátil, me explica los motivos de su
protesta.
“Estoy aquí por defender los intereses de mi padre”,
explica. “Mi padre, que ya falleció”, cuenta, “era un barrendero que
tenía unos 12.000 euros en preferentes de la Caixa y que le daban un 4%.
Era todo el dinero que tenía para después de la jubilación. Le costó
mucho esfuerzo, sudor y sangre ahorrarlos. Es por el honor de mi padre
que quiero recuperar este dinero. Nos enteramos de que los tenía después
de que falleciera. El director de la oficina sí que lo sabía pero no
dijo nada. Por eso para evitar conflictos a la mayor parte de directores
de las oficinas bancarias los han cambiado de sucursal”. Roque está
orgulloso de su lucha y de haber logrado que de todos los miembros de su
plataforma a unos 250 les hayan devuelto todo el dinero. “Yo llevo en
la lucha desde los 14 años”, dice a modo de carta de presentación. “A
mucha de la gente de nuestra plataforma le han robado los ahorros de
toda la vida o la indemnización del despido. Aquí hay gente que ha
sufrido mucho”. Hay un tono de profunda indignación en sus palabras
dirigido contra la manera en que han actuado los bancos. “A la gente de
arriba a los que tenían más dinero”, explica, “les avisaron para que
vendieran sus preferentes y se las pasaron a los obreros. Por esto la
mayor parte de la gente engañada es trabajadora”.
Roque explica cómo su grupo hizo numerosas protestas
hasta que lograron que les devolvieran el dinero. “Al principio”,
explica, ”la Caixa se negó a todo hasta que ocupamos la oficina donde
trabaja la Infanta Cristina en Vía Laietana. Entonces vino a negociar
Sebastián Sastre, (director de los Servicios Jurídico la Caixa) que
hasta entonces no había querido saber nada con nosotros. Después
negociamos y acordaron devolvernos el dinero. Antes habíamos estado
también realizando protestas en la casa de Fainé, (presidente de la
Caixa) en Sant Andreu de Llavaneres”.
Alcanzar un acuerdo con la Caixa y la recuperación del
dinero no fue nada fácil. El relato de Roque Borrás es muy ilustrativo
de las distintas etapas de las negociaciones de este grupo. “La Caixa
ofreció primero un préstamo pignorado. Lo rechazamos. Luego otro
préstamo pignorado con mejores condiciones y también lo rechazamos. La
Caixa hizo tres modalidades de préstamo pignorado. Toda esta lucha duró
unos cinco meses. Mucha gente que no se enteró de nada tuvo que aceptar
el canje que le ofrecieron. La entidad celebró una Junta de
Obligacionistas, y aunque nosotros montamos un gran follón ellos tenían
muchos votos y se aprobó un canje”. El canje consistió en convertir las
preferentes en otros productos complejos obligaciones subordinadas y
obligaciones convertibles en acciones que implicaba tener la mayor parte
del dinero atrapado hasta 10 años o en valores de riesgo como las
acciones. El canje fue aceptado por el 98% de los casi 150.000
afectados. La pequeña minoría que resistió con la tenacidad de Roque
Borrás y sus compañeros logró la devolución íntegra de sus ahorros tras
varios meses de protestas.
“A mí me devolvieron el dinero de los últimos porque
así lo pedí”, explica. “Durante la lucha”, continua, “me habían dicho
que me lo arreglarían. Pero esperé a que cobraran primero mis
compañeros. Ahora lucho en apoyo de los de Laietana (Bankia) y Catalunya
Caixa”. “Nosotros no aceptamos ninguna quita”. Borrás calcula que en
Catalunya ha habido unos 300.000 afectados. “Nosotros”, añade, “estamos
contra Guindos, que decía que todo el mundo iba a recuperar todo su
dinero y esto ya se ve que es mentira. Queremos conseguir lo mismo que
hemos logrado de la Caixa y es que las demás entidades les devuelvan
todo su dinero”.
Roque Borrás intervino en la Comissió d’Investigació
sobre les Possibles Responsabilitats Derivades de l’Actuació i la Gestió
de les Entitats Financeres i la Possible Vulneració dels Drets dels
Consumidors (CIREF), del Parlament de Catalunya el 19 de noviembre de
2013. Sus palabras emocionaron a muchos diputados: “Nosotros, La
Plataforma Estafats per la Banca llevamos luchando ya más de un año y
medio en la calle, los comienzos fueron muy difíciles porque partíamos
de una gran estafa, la mayor estafa que se ha hecho en este país contra,
principalmente, la clase más desfavorecida, la clase humilde, la clase
trabajadora y los pensionistas y jubilados. Gente que habían sido
despedidos de las empresas por ERE pusieron su dinero en los bancos
confiando en la gente que llevaban años tratando con ellos, los
directores de bancos. Metieron su dinero a plazo fijo, no especularon,
no invirtieron nada, quien dice que somos inversores miente, la mayoría
de gente que hoy está afectada por las participaciones preferentes,
deuda subordinada, cédulas hipotecarias y otros productos tóxicos son
gente que habían creído que ahorrando su dinero podrían llegar a tener
una jubilación digna. Nosotros nos hemos encontrado en nuestra
plataforma que hay compañeros y compañeras que tienen ya una cierta edad
y llevan desde los siete años trabajando algunos para ahorrar un dinero
y haber disfrutado una jubilación digna, y sin embargo ahora se han
encontrado que este dinero que ellos tenían, los bancos se lo han
robado”. Y añadió: “Ha habido gente que está enferma por esta situación y
quien se ha suicidado por este problema”.
Fuente: ctxt.es
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